Muy a menudo nos quejamos, y por supuesto es culpa de los demás, los hijos o el cónyuge. En un libro lleno de humor y buen humor, «Voy a detener a las perras sobre mis hijos (y mi pareja)», la entrenadora Christine Lewicki y su hermana Florence Leroy nos dan consejos para encontrar la paz.
¿Qué pasa si dejar de gemir significa que primero tienes que cambiar de opinión? Termine con los pequeños problemas que se convierten en drama para un sí o un no con los niños. Aquí hay 11 consejos para encontrar una vida familiar más pacífica y deshacerse de este hábito contaminante.
1- Tan pocos mensajes sobre instrucciones
- En lugar de repetir y malgastar tu energía innecesariamente, escribe mensajes cortos donde tengas instrucciones que dar. Por ejemplo, encima del interruptor en el pasillo, un discreto post-it con «apague la luz» le impedirá repetir que debe apagarse. Pero no olvidemos que repetir con moderación también es parte de la función de los padres. No aprendas todo la primera vez que seas un niño.
2- Organiza la casa para simplificar tu vida
- ¿Queremos que todos participen en casa? Así que tratemos de organizar las premisas para facilitar las tareas de todos. Por ejemplo, coloque compartimentos de ropa sucia en cada habitación y colores diferentes para que los más pequeños puedan orientarse. Todavía estamos creando un manual de usuario simplificado para la lavadora para niños mayores.
3 – Use una «tabla de emociones»
- Las emociones no se pueden controlar, son parte de la vida cotidiana. Dibuja caras (emoticones pequeños) en una hoja de papel, cada una con un estado de ánimo diferente, nómbralas y muéstralas en la nevera. Junto a él, en otra hoja de papel, escriba las diferentes necesidades que cada uno puede tener. Por ejemplo, «Necesito abrazos». Por la mañana, marque todas las casillas que correspondan a su estado de ánimo y sus necesidades. El diálogo se vuelve más fácil, y este conocimiento de los sentimientos del otro promoverá la discusión en la familia.
4- Hablemos juntos sobre lo que nos gusta
- Tómese el tiempo para escuchar a su hijo y hablar con él sobre lo que lo anima y su pasión. Se sentirá reconocido y tendrá menos problemas para aceptar las diversas tareas que debe realizar durante el día. Ya no hay necesidad de perra.
1 2 3