Este verano, ¿cómo puedes sumergir a tu pequeño en un baño de comunicación y así conseguir que hable? Siga las sugerencias de Marie-Josèphe Rancon, logopeda.
Verano: una oportunidad para escuchar mejor
- Durante el año todo va rápido. ¡Y no siempre tienes tiempo para escuchar tranquilamente a tu pequeño hablante que sigue sílabas aparentemente sin sentido, roza palabras o cuenta sus historias en el más completo desorden!
- Dale este tiempo durante las vacaciones. Tantear, hacer pruebas sucesivas para acercarse lo más posible al sonido correcto y construir bien las oraciones. Para escucharlo, siéntese, no haga nada más al mismo tiempo, mírelo con atención. Debe sentir que es un interlocutor válido, digno de la palabra.
Déjalo disfrutar de un idioma variado
- «¡Enjabónate tú mismo!» «,» ¡Ponte los zapatos! «,» ¡Guarda tus juguetes! »En su mayor parte, presionado por las emergencias diarias, usa vocabulario y frases utilitarias con su hijo.
- Aprovecha las vacaciones para variar las formas de expresión, usa un vocabulario más rico y diversificado. Puede comenzar con una historia para contar una anécdota relacionada con un lugar que visita, o en una descripción para compartir un paisaje que encuentre a medida que avanza.
- Por qué no expresar también con palabras lo que está haciendo tu pequeño, los sentimientos que sientes, etc. Tu misión, ¡si la aceptas! ¡Es transformarse en modelos parlantes, en «proveedores» de nuevas palabras y hermosas oraciones!
¡Lógica, consistencia!
- Aprender a hablar requiere cierto grado de precisión: es imposible poner las palabras u oraciones en cualquier orden sin ninguna conexión entre ellas. Hay todo tipo de formas de ayudar a su hijo a comprender esta coherencia necesaria. Por ejemplo, contando la historia de su familia, haciéndole consciente de los vínculos que existen entre él y otras personas, entre distintas generaciones. O explicando los procesos de transformación en la naturaleza, cómo la semilla se convierte en flor y luego en fruto, o cómo la oruga se convierte en mariposa.
- Aprovecha los viajes de verano para llevarlo con abuelos, tíos, tías, primos, primos y hazle sentir las sutilezas de su árbol genealógico, cuéntale de su familia. Durante los paseos, enséñele y cuéntele cómo viven y se desarrollan los animales y la naturaleza, si es necesario, con la ayuda de pequeños documentales.
¿Canciones o rimas?
- ¡Ambos, mi capitán! Cada una de estas divertidas formas de expresión promueve el lenguaje de un niño a su manera. Canciones gracias al vocabulario y las estructuras de las oraciones que contienen; pero también porque dejan pasar el sentido a través de las infinitas modulaciones de la voz humana. El jardín de infancia es a menudo una muy buena educación en dicción y fonética. Y luego cante, recite espacios infantiles mientras hace gestos, cara a cara, una sonrisa pegada a su hijo, ¡es un placer! ¿Por qué privarse de ella?
Isabelle Gravillon
© Revista SuEducacionEmocional